jueves, 18 de agosto de 2011

Fases de estrés y posibles soluciones



Por: Víctor Manuel Saldaña Núñez.

En términos generales se puede hablar de dos tipos de estrés:

El estrés Positivo o el eustrés como un estado en el cual las respuestas de un individuo ante las demandas externas están adaptadas a las normas fisiológicas del mismo. El esutrés es el fenómeno que se presenta cuando las personas reaccionan de manera positiva, creativa y afirmativa frente a una determinada circunstancia lo cual les permite resolver de manera objetiva las dificultades que se presentan en la vida y de esta forma desarrollar sus capacidades y destrezas.

El estrés Negativo o Distrés, es cuando las demandas del medio son excesivas, intensas y/o prolongadas, y superan la capacidad de resistencia y de adaptación del organismo de un individuo, se pasa al estado de Distrés o mal estrés.

Se puede decir que el estrés puede ser visto como un fenómeno de adaptación en los individuos ya que depende de cada persona y de la situación que se le presente el tipo de respuesta que proporcione a su entorno y esta le podrá beneficiar o no en su crecimiento personal y/o profesional desencadenando agentes estresores que crearan impedimentos en un desarrollo sano de sus actividades cotidianas.

Un agente estresor es un conjunto de reacciones fisiológicas y psicológicas que experimenta el organismo cuando se le somete a fuertes demandas; o sea son aquellas circunstancias que se encuentran en el entorno que rodea a las personas y que producen situaciones de estrés. Los estresores pueden ser de índole individual, grupal y organizacional.

Cuando en una persona se activa su estado de alerta se pueden notar significativas diferencias individuales, ya que mientras para unas personas unas experiencias resultan agotadoras, difíciles o con un fuerte efecto negativo que recae sobre el organismo, para otras personas estas vivencias resultan solo ligeramente alteradoras y no ocasionan daños en el sistema nervioso y en ninguna parte del organismo.

Para esto el estrés se divide en las siguientes fases
Fase de Alarma:

La fase de alarma ocurre cuando experimentamos una situación como un desafío que excede a nuestro control, por ejemplo un susto. Nos prepara para dar una respuesta casi inmediata a la situación que se nos presenta. Así, en esta fase nos esforzamos y luchamos para recuperar el control. Cuando pasa el susto nuestro organismo se relaja y recuperamos el estado de reposo. Si la situación de susto se mantiene de forma continua,   pasamos a la siguiente fase.

En esta fase el corazón late más fuerte y rápido subiendo la presión arterial. La sangre se desvía del estómago y de la piel hacia los músculos por si necesitamos realizar movimientos rápidos. Las pupilas se dilatan, la respiración aumenta y los músculos se contraen.

Fase de adaptación:

Cuando no podemos cambiar la situación que se nos presenta el organismo moviliza todos los recursos disponibles para adaptarse a esta nueva situación. Esta fase dura más tiempo pero llega a su límite cuando se agota la energía.

En esta fase la presión arterial sube lentamente. Los tejidos del cuerpo retienen componentes químicos como el sodio. Las suprarrenales aumentan de tamaño y liberan una hormona esteroidea llamada (cortisol o hidrocortisona) al torrente sanguíneo, provocando una serie de cambios físicos.

El nivel de colesterol aumenta y aparece una pérdida de potasio. Hay un aumento de la secreción de ácidos grasos. Disminuyen las defensas y aumenta el desequilibrio del estado emocional derivando hacia la depresión. 

Fase de agotamiento: 

Al no poder cambiar las situaciones que le están produciendo estrés y no ver salida a la situación, se agotan todos nuestros recursos orgánicos y emocionales. El estrés continuo hace que el funcionamiento hormonal libere sustancias químicas que dañan a los tejidos abriendo posibilidades a diferentes enfermedades.

Pero en el estrés podemos contar con signos de advertencia que nos permiten darnos cuenta a tiempo e incluso combatirlos. Uno de ellos es cuando el estrés que se tiene es un estrés continuo tiende a generar un estado de ansiedad que se termina bloqueando el funcionamiento de los procesos cognitivos, es decir, nuestra claridad mental. 
A parte podemos contar con otros tres signos de advertencia que son:
Mediante signos emocionales donde se puede ver en el individuo fatiga mental, depresión, apatía, irritabilidad, ansiedad, miedo, sensación de inutilidad, vigilancia excesiva, insomnio, malos sueños.
Mediante signos de comportamiento donde la persona evade ya sea el trabajo, amistades o la responsabilidad de realizar actividades, se refugia en la drogadicción o en el alcoholismo, presenta abandono en sus actividades rutinarias o cotidianas como el arreglarse, el descuidar su aseo personal incluso su forma de vestir. Así mismo se llega a encontrar frecuentemente con problemas legales de deudas, robos, violencia.
Mediante signos físicos donde el individuo padece de enfermedades frecuentes que le impiden desarrollar alguna actividad, ya sea lumbalgias, dolores musculares, dolor de columna vertebral, nauseas, dolor de cabeza, problemas sexuales, problemas digestivos, aumento de peso, agotamiento físico.
La mejor técnica para evitar caer en situaciones estresantes es evitar de manera eficaz todo aquello que nos conlleva a desequilibrios emocionales con el fin de prevenir los efectos agudos ocasionados por el estrés.
Existen diferentes formas de prevenir el estrés pero estas pueden ser aplicadas de diferente manera a cada individuo, hay un aspecto muy importarte que es necesario mencionar y es la necesidad de cambiar los estilos de vida rutinarios y la de incorporar nuevos hábitos, que muchas veces son muy sencillos pero pueden dar solución a importantes problemas de salud física y mental originados por el estrés, sin embargo estos hábitos deben realizarse de manera recurrente para obtener buenos resultados.
El tratamiento de las enfermedades por estrés deberá ser preventivo y lograrse ejerciendo acciones necesarias para modificar los procesos causales utilizando criterios de organización o en grupo así como personales.
Es importante, mejorar los hábitos del individuo tales como: alimentación adecuada, ejercicio físico moderado, gradual y progresivo, ritmos de sueño adecuados, propiciar las actividades recreativas.
De esta forma se iniciaran procesos de atención y solución que deberán de convertirse en un habito que permita contrarrestar el proceso de avance de estrés en un individuo e incluso revertir sus efectos poco a poco, ya que debemos recordar que el estrés se fue desarrollando poco a poco, es también de esta misma forma como se estará contrarrestando en el individuo.

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